
Huele a baile, a sonidos de high energy. Historias de amor y vida se han paseado al ritmo de “Like a Virgin”. El lugar: Patrick Miller. Aquí la historia de lo que hay detrás de la puerta 17 de la calle Mérida, en la colonia Roma del DF.
TEXTO: CARMEN MURILLO VALPUESTA
Detrás de un zaguán negro ubicado en número 17 de la calle Mérida, en la colonia Roma, se encuentra el Palacio de la danza de finales del siglo XX. No es sólo una bodega de piso de cemento, es el recinto del Patrick Miller. Los techos están cubiertos de blanco tirol. Bolas de cristal de distintos tamaños y formas parecen flotar, las paredes están pintadas con graffitis fluorescentes. Al fondo se despliega una pantalla y del lado derecho otra aún dice : No Disc. El lugar está vacío. Es difícil imaginar que 1500 personas lo han saturado en sus mejores noches.
Una camioneta con el lema “Transporte privado de carga…” atraviesa el zaguán. Falta poco para las nueve de la noche. Desde afuera veo a Raúl Rojas (DJ Lee Fog). Comenta y bromea con Virginia Castañeda (DJ Katana), su esposo “El Diablo”, “Paki “ y “Wally”. Los saludo y los dos sujetos de seguridad retiran la mirada desconfiada del principio: “Pase por favor”.
Entro.
Las bromas sobre la tocada que terminó y que fue pagada por grupos porriles de las vocas del Politécnico, siguen. Una frase de los asistentes llama la atención: “No es barco ni es balsa, es Patrick el rey de la salsa.” Las risas no paran, nadie creería que la ‘casideidad’ del High Energy y la música disco sería tildado por varios adolescentes como el rey de la salsa.
“¿Ya hay que subirnos, no?” dicen. Entramos. Llegamos hacia el trono de la base. Siguen los comentarios sobre la música del evento recién concluido que nada tiene que ver con el Patrick Miller conocido, pues en la fiesta de las vocacionales sí tuvieron cabida el reggaetton y las cumbias.
Detrás de cámaras
Me dicen que Patrick Miller (Roberto Devesa) está detrás de un pequeño estudio y que probablemente podré saludarlo. Mientras, los pinchadiscos comienzan a prepararse y comparan sus listas de canciones. Paki –pequeño en tamaño pero grande en espíritu, según los Patricios– prueba las luces y programa desde su ordenador los efectos que ocurrirán a lo largo de la noche.
Katana reposa en un sillón gastado, su esposo y Lee Fog bromean con ella y le toman fotografías. Se acerca Wally (DJ de las noches de High Energy) y comenta las trifulcas de la semana pasada. Resulta que varios asistentes comenzaron a “armar la bronca”. La DJ presume su trabajo en Televisa y platica anécdotas de tocadas de otros tiempos. Habla de su hijo de 22 años.
Minutos después Lee Fog se acerca. Avisa que ahí viene Patrick Miller, me recomienda no preguntar nada comprometedor ya que no le gusta dar entrevistas, “Es muy sencillo”, me dice, “pero por motivos de seguridad no da entrevistas”.
Roberto Devesa (Patrick Miller) es distinto a como lo imaginaba: es blanco, tiene ojos claros, alto y tímido. Habla poco pero es amable. Sonríe cuando le dicen la frase que ha mantenido a todos riendo, sí, la de la salsa. No le gusta mucho la idea, pero acepta la broma.
Devesa es productor y DJ de la escena disco y high energy mexicana desde finales de los setenta. A partir de los ochenta inició con diferentes colaboradores el Miller Mix, una discoteca hasta cierto punto underground. Se caracterizó, desde entonces, por sus innovaciones tecnológicas en cuanto a audio y luces, de ahí la cantidad de fanáticos y amigos que lo han seguido durante más de 20 años.
No sólo se dedica a la administración del Miller Mix y tocadas en vivo, también ofrece servicios de iluminación y audio: Teletón, la celebración del Grito de independencia en el Zócalo capitalino, programas de televisión como La Academia o Puro Loco, incluso Silverio (músico de la escena underground kitsch) quien utilizó el Miller Mix para la grabación de su videoclip “Yepa, yepa” han sido clientes suyos.
Además, se ha presentado en salones cerrados y lugares abiertos, como el ya extinto Toreo de Cuatro Caminos, el Ex balneario Olímpico o Tlalnepantla, con una asistencia de 16 mil personas, aproximadamente.
No todo ha sido color de rosa
Patrick Miller también ha tenido dificultades. Entre ellas el antagonismo con Polymarch. Recordemos que a mediados de los ochenta, época de gloria del High Energy, los sonidos más conocidos y controvertidos fueron Patrick Miller y Polymarch.
Las diferencias se dieron también entre los seguidores: por un lado los del Miller escuchaban high energy alemán e italiano, mientras los Polymarch se enfocaron en la escena canadiense y norteamericana.“La vestimenta Poly era de muchos colores y brillantes, muy brillantes, tipo microbuseros” afirma Lee Fog entre risas. “Y la gente Patrick era todos vestidos de negro y uno que otro de otro color, pero bien combinado.”
Además de la rivalidad sonidera Patrick Miller enfrentó problemas más serios. En 1993, después de una presentación en Ecatepec, un comando armado llegó a robar todo el equipo, no dejaron nada, se llevaron los discos, la iluminación y el equipo de audio que era muy costoso y la mayoría era importado.
Las diferencias se dieron también entre los seguidores: por un lado los del Miller escuchaban high energy alemán e italiano, mientras los Polymarch se enfocaron en la escena canadiense y norteamericana.
Pasó mucho tiempo, nadie sabía nada, en ese entonces no había manera de saber, salvo los rumores, qué había pasado. Fue hasta agosto de 1994 cuando Patrick Miller volvió a escena, aunque de manera precaria. Con el tiempo todo regresó a la normalidad.
Otro asunto fue el lugar sede de Patrick Miller. La antigüedad del edificio de Filomeno Mata número 8, donde se ubicaba, no era apto para más presentaciones. Esa fue la versión oficial que se dio a los seguidores. De nuevo pasaron meses para encontrar el nuevo recinto: Mérida 17 en la Colonia Roma.
En marzo de 2009, bajo el argumento de que se había violado el reglamento de la nueva ley para el cierre de todos los establecimientos que venden bebidas alcohólicas después de las 3:00 am, Patrick Miller fue clausurado más de tres meses. Reabrió sus puertas el 28 de mayo, con los mismos precios, pero con horarios, ahora sí, muy rigurosos.
¿Un lugar para todos?
Miller Mix aún no abre, está desierto. Van las pruebas de sonido, faltan sólo dos minutos para que se abran las puertas. Un asistente que acaba de entrar se acerca a la cabina y pide le pongan una canción. La gente comienza a entrar.
Al paso de las horas el lugar se abarrota. Todos bailan. Nadie (salvo algunos cuantos “faltosos”) critican el atuendo, los pasos o el nivel de embriaguez de algunos asistentes. Algunos se atreven a invadir las bolas de baile del centro y otros miran con admiración los pasos de los bailarines.
Roberto Devesa le ha dicho a DJ Lee Fog que “el Miller es para todos”; sin embargo, para Patricios que llevan más de 20 años asistiendo, la llegada de nuevas generaciones es vista como arma de doble filo. A algunos les molesta que nuevos entren a las bolas de baile a danzar sin método alguno o sólo miren a los bailarines “de casa”. Para otros, ver a los jóvenes es una forma de no dejar morir al lugar.
Julia Cassab cuenta que entró a una “bolita” porque ya estaba muy en copas, pero el bailarín sí aceptó bailar muchas piezas con ella y sus amigos. Mariano Morán, en otro tono, narra que la primera vez que acudió al Miller y escuchó la música lo primero que hizo fue rehacer los pasos del tapete de Playstation. Con eso pudo bailar toda la noche, entrar a una de las bolas, incluso le hicieron un círculo, todos querían verlo bailar.
[…] para Patricios que llevan más de 20 años asistiendo, la llegada de nuevas generaciones es vista como arma de doble filo. A algunos les molesta que nuevos entren a las bolas de baile a danzar sin método alguno o sólo miren a los bailarines “de casa”. Para otros, ver a los jóvenes es una forma de no dejar morir al lugar.
Por lo ya dicho hay quienes afirman que al Miller lo amas o los odias y es fácil cruzar de un sentimiento a otro sobre todo en tiempos de invasión de los condechis. Gabriel Loaiza afirma: ya no es lo que era porque los dj’s ponen “puras porquerías”.
Al cierre
El momento de sentirse Like a virgin, de preguntarse What is love? y buscar sin resultados alguna historia de amor, de Cindy Lawper y de las chicas que sólo quieren divertirse, termina. Son las 2:30 de la madrugada, la música del “corredero” inicia: Flans, Café Tacuba y los Auténticos Decadentes despiden a los asistentes.
Roberto Devesa mira desde la cabina la pista de baile. Puedo ver cómo para él Miller Mix es su guarida y no tiene el menor empacho de compartirla con los de siempre y con los que llegan.
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Una historia del Miller: cuando Raúl se convirtió en DJ Lee Fog
Raúl Rojas Martínez, alias DJ Lee Fog, dice que Patrick Miller es su desayuno, comida y cena musical. Recuerda que los mejores momentos de su adolescencia y juventud comenzaron en diciembre de 1985, cuando sólo tenía 14 años y su hermana lo invitó al Patrick.
Raúl conocía el High Energy por sus hermanos mayores y porque en la escuela todos hablaban de Polymarch, que era un sonido callejero que tocaba en sitios marginados de la capital y la naciente zona metropolitana. Los chicos de su escuela hablaban de ir a las fiestas de Polymarch; sin embargo, el Patrick Miller ya tenía sede fija y las filas para entra y oír a Divine, Trans X o Lime incluso daban la vuelta a la calle.
No importaba, Patrick Miller se había vuelto su vida.
DJ Lee Fog cuenta que la primera vez que asistió no reconoció salvo cinco o seis canciones (acostumbrado al high energy norteamericano y canadiense) de la mezcla de ese día, pero: “uno podía acercarse a preguntar de qué disco, o de qué grupo era la canción y amablemente los dj’s te decían de que se trataba”.
A partir de entonces el problema fue cómo pedir permiso para ir todos los viernes al lugar: en esa época no había Metro cerca de su casa y en ocasiones Raúl y sus hermanos tuvieron que regresar a pie. No importaba, Patrick Miller se había vuelto su vida.
A DJ Lee Fog le sorprendía la imagen de quienes iban al Miller: generalmente iban de negro, pantalones de satín con botas picudas con muchas hebillas, camisas de mangas abultadas y copetes de hasta 30 centímetros (parecidos a los que utilizan los rockabillies). Ahora ya no le “echan ganas” , ya no se preocupan por los detalles como lo hacían antes, cuando el baño de hombres parecía de mujeres, minutos antes de que se abriera la pista de baile.
Recuerda, también, que en las “bolitas de baile” todos sacaban sus mejores pasos tipo jazz con mezcla de movimientos callejeros. Había un cuarto de puras parejas y en otro, donde vendían hot-dogs y refrescos, bailaban los punks high energy, aunque muy a su modo, ya que lo hacían tipo slam. Aún así no se metían con nadie.
DJ Lee Fog lleva más de nueve años como DJ residente del Miller Mix y desde hace cuatro años se encarga de los especiales de ochenta y noventa junto con DJ Katana (Virginia Castañeda) quien fue la primera mujer DJ en México y que desde el 79 ha tocado como invitada de Patrick Miller.
Fuente original: http://kajanegra.com/patrick-miller-palacio-de-la-danza-de-la-era-posmodernista/
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